Las dietas son una forma efectiva de perder peso aunque requieren fuerza de voluntad y sacrificio en su ejecución
Las dietas para adelgazar a menudo se convierten en un verdadero desafío para los que sea aventuran en llevarlas a cabo.

Algunas carecen de base científica y no brindan los resultados prometidos. Otras son tan bajas en calorías que resultan insostenibles a largo plazo. Y prácticamente todas comparten un denominador común: el hambre constante.
En realidad, perder peso no siempre implica someterse a rigurosas restricciones dietéticas. A veces, es más efectivo adelgazar sin poner límites extremos, siempre y cuando se opte por una alimentación saludable y se mantenga la actividad física. La clave reside en elegir alimentos saciantes con un alto valor nutricional. Tres personas compartieron sus experiencias de éxito en la Cadena COPE, revelando cómo lograron perder peso sin recurrir a dietas restrictivas.
Las infusiones pueden ayudar

Joaquín, residente en Sevilla, logró deshacerse de 28 kilos sin seguir una dieta estricta. Pasó de pesar 118 kilos a 90 en seis años, y lo hizo sin renunciar por completo a sus pequeños placeres culinarios: «De vez en cuando me doy el gusto de comer unas palmeritas de chocolate o un pequeño donut antes de dormir, ya que eso me ayuda a conciliar el sueño». Su éxito se debe en parte a la infusión de jengibre, que le ha brindado apoyo en su proceso de adelgazamiento, junto con una alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio.
El poder de la cocina a la plancha
Carlos, con un peso inicial de 100 kilos, ha alcanzado los 64. Con una estatura de 1,60 metros, su exceso de peso le generaba problemas cotidianos, como atarse los zapatos. Consciente de que necesitaba un cambio, decidió centrarse en lo básico: optó por una alimentación basada en alimentos cocinados a la plancha, una técnica culinaria mucho más saludable que freír los alimentos. Sin embargo, también tuvo que hacer un sacrificio: dejar atrás los dulces.
Desayunar de forma intensa
El ejemplo de Toni, que perdió 10 kilos, es alentador. Siguiendo el consejo de su médico, decidió aumentar la ingesta en el desayuno, ya que las dietas extremadamente bajas en calorías le causaban mareos. «Por la mañana, me tomo un café y una naranja, después de una hora y media, otro café y un trozo de queso, y finalmente, al cabo de otra hora, una pieza de fruta». Esto le proporciona saciedad durante todo el día, lo que le permite reducir su ingesta calórica al mediodía y por la noche.
A pesar de estos casos de éxito, cada cuerpo supone un desafío distinto. Es preciso consultar a un nutricionista o experto en salud digestiva para llevar a cabo una dieta adecuada con la mayor supervisión y control. Seguir consejos aislados o de fuentes poco confiables puede ser gravemente dañino para la salud humana.