El otoño es una estación maravillosa para quienes aman comer con gusto, sin renunciar al equilibrio. Octubre, en particular, es un mes en el que el cuerpo empieza a ralentizarse tras el verano: cambian los ritmos, se vuelve a cocinar más, aumenta el deseo de platos calientes, pero también la necesidad de sentirse ligeros, saciados y bien nutridos. Y es precisamente en este momento cuando saber combinar bien los alimentos de temporada puede marcar la diferencia.
Comer sano no significa hacer renuncias ni seguir reglas rígidas: significa saber elegir con inteligencia lo que la naturaleza ofrece en este periodo y combinarlo de manera que se obtengan comidas completas, sabrosas y realmente eficaces en el plano de la salud. Basta poco: un poco de consciencia, una pizca de creatividad y el deseo de cuidarse cada día, sin extremos.
Una buena regla es partir de las verduras de temporada y construir el plato a su alrededor. Octubre ofrece muchísimo: calabaza, hinojos, coliflor, puerros, radicchio, acelgas, espinacas. Todas son verduras que no solo son ricas en fibra, sino que además tienen un gran poder saciante y digestivo. Lo ideal es combinarlas con fuentes proteicas ligeras, como huevos, legumbres o quesos frescos, de modo que se complete la comida y se mantenga estable la glucemia.
¿Un ejemplo sencillo? Hinojos y garbanzos al horno con aceite de oliva y romero: es un plato que sacia, drena y ayuda a la digestión. O bien, radicchio estofado con tofu ahumado, para un toque amargo y proteico que estimula también el hígado.
No hay que olvidar la fruta, que en este mes es rica en variedades interesantes: manzanas, peras, uvas, caquis, kiwis. Algunas frutas —como las manzanas al horno con canela— se prestan muy bien también para desayunos o meriendas combinadas con semillas oleaginosas, como las de lino o chía. Una combinación que regula el intestino y aporta energía estable.
Las proteínas animales también pueden tener lugar de forma equilibrada. Huevos con espinacas salteadas, o pollo a la plancha con calabaza asada son platos sencillos, balanceados y fácilmente digeribles. Lo importante es no sobrecargar con salsas, frituras o porciones excesivas, sino valorar el sabor natural de los ingredientes.
Y si apetece algo más “confortante”, basta jugar con las texturas y temperaturas: una crema de coliflor con picatostes de pan integral y un huevo escalfado puede resultar tan satisfactoria como un plato rico, pero con muchos más beneficios.
Comer sano en octubre no significa renunciar al placer. Significa elegir bien, cocinar con cuidado y escuchar a tu cuerpo, que en este periodo pide calor, equilibrio y nutrientes reales. Las combinaciones correctas suelen ser las más sencillas —y precisamente por eso, las más eficaces.
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