Esponjoso, ligero y dulce en su justa medida: es el pastel que preparo cuando quiero mimarme sin exagerar, y que siempre gusta a todos.
Hay mañanas que necesitan un pequeño ritual: el aroma de la manzana al hornearse, el sonido del tenedor hundiéndose en una porción suave, la certeza de que estás comiendo algo rico pero también saludable. De ahí nace este pastel de manzana ligero, hecho con harina integral, yogur, aceite de semillas en lugar de mantequilla y sin azúcar refinado: solo un poco de eritritol o, si lo prefieres, una cucharadita de miel.
Lo mejor es que no parece para nada un “pastel de dieta”. Tiene una textura suave, un sabor rústico pero redondo, y una superficie decorada con almendras laminadas y rodajas de manzana que se caramelizan ligeramente en el horno. Lo preparo el domingo por la tarde para tenerlo listo el lunes por la mañana, pero cada vez… dura poquísimo.
La harina integral aporta un sabor completo y más fibra, las manzanas lo hacen naturalmente dulce y jugoso, mientras que el aceite de semillas garantiza ligereza sin renunciar a la esponjosidad. Puedes personalizarlo de mil maneras: añadiendo canela, pasas, frutos secos, o sirviéndolo con una cucharada de yogur griego para una merienda completa y equilibrada.
Para un molde de 20-22 cm
2 manzanas medianas (una en cubitos, otra en rodajas)
2 huevos
150 g de harina integral
50 ml de aceite de girasol
125 g de yogur natural (también vegetal)
50-60 g de eritritol (o 1 cucharada de miel)
1 sobre de levadura para repostería
Ralladura de ½ limón
1 cucharadita de canela (opcional)
Almendras laminadas para la superficie
En un bol, bate los huevos con el eritritol o la miel hasta obtener una mezcla clara.
Añade el aceite, el yogur, la ralladura de limón y, si quieres, la canela.
Incorpora la harina integral tamizada con la levadura y mezcla bien.
Agrega una manzana cortada en cubitos pequeños.
Vierte la mezcla en un molde forrado con papel de horno. Decora la superficie con la otra manzana en rodajas finas y un puñado de almendras laminadas.
Hornea en horno estático precalentado a 180 °C durante 35-40 minutos, comprobando con un palillo.
Deja enfriar completamente antes de desmoldar.
Puedes sustituir las manzanas por peras o melocotones, si están de temporada. Para una versión más rica, añade un puñado de nueces o pasas a la masa. Si quieres un pastel aún más jugoso, sustituye parte de la harina integral por harina de almendras. Este pastel se conserva perfectamente durante 2-3 días fuera de la nevera (cubierto) o en la nevera si hace mucho calor.
No cortes las manzanas demasiado grandes: los cubitos deben ser pequeños para distribuirse mejor en la masa. No abuses del endulzante: las manzanas maduras ya son suficientemente dulces. Evita abrir el horno demasiado pronto: el pastel podría bajarse. Y recuerda: si usas yogur vegetal, asegúrate de que no tenga azúcar añadido, de lo contrario añade menos eritritol.
Unas 140-160 kcal, según el tipo de endulzante y yogur elegido.
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