Una pasta que sabe a otoño, pero que sigue siendo ligera, equilibrada e irresistiblemente deliciosa.
Cuando se busca un plato que guste a toda la familia, el riesgo es caer siempre en las mismas recetas. Esta, en cambio, es una preparación sencilla pero diferente: pasta integral con crema de calabaza y ricotta, realzada con pequeños trocitos de speck crujiente. Un primer plato completo, saludable y bien equilibrado, que combina verduras de temporada, proteínas ligeras y carbohidratos de bajo índice glucémico.
La calabaza, dulce y cremosa, es perfecta para crear una base envolvente sin necesidad de mantequilla ni nata. La ricotta la vuelve aterciopelada, mientras que el speck, usado con moderación, aporta un contraste sabroso y crujiente que conquista incluso a los más pequeños. Además, es un plato rápido de preparar, ideal para un almuerzo familiar o una cena reconfortante que te hace sentir bien, incluso si sigues una alimentación controlada.
Es una de esas recetas que, una vez que la pruebas, se gana un lugar fijo en tu menú semanal.
Un plato que te hace sentir mimado sin exagerar: equilibrado, completo, pero también sabroso y otoñal.
Para 2 personas
160 g de pasta integral (penne, fusilli o rigatoni)
250 g de pulpa de calabaza (delica o mantovana)
100 g de ricotta de vaca (preferiblemente cremosa)
40 g de speck en cubitos o tiras
1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
Romero o salvia al gusto
Sal, pimienta y nuez moscada al gusto
Tritura la calabaza con la ricotta hasta obtener una crema lisa y aterciopelada. Si es necesario, añade 1-2 cucharadas del agua de cocción de la pasta para ajustar la textura.
En una sartén antiadherente, dora el speck a fuego medio hasta que quede crujiente. Retíralo y resérvalo.
Cuece la pasta en abundante agua con sal, escúrrela al dente y mézclala enseguida con la crema de calabaza y ricotta. Remueve bien.
Puedes sustituir la ricotta por robiola o queso de cabra fresco para un sabor más intenso. Si prefieres una versión vegetariana, elimina el speck y añade avellanas tostadas picadas o semillas de calabaza para aportar un toque crujiente. La crema de calabaza puede prepararse con antelación y conservarse en el frigorífico durante 2 días. ¡También es excelente como base para otras recetas!
No uses calabazas demasiado acuosas (como la napolitana): mejor la delica o la mantovana, más compactas y sabrosas. No tritures la crema cuando esté demasiado caliente o demasiado fría, ya que la ricotta podría cortarse. Y cuidado con no pasarte con el speck: bastan unos pocos gramos para aportar sabor sin hacerlo pesado.
Aproximadamente 420-450 kcal, equilibradas entre carbohidratos, proteínas y grasas saludables.
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