Hay recetas que nacen del equilibrio perfecto entre simplicidad, color y frescura. Esta ensalada veraniega es exactamente así: una combinación inesperada pero perfectamente armoniosa de sandía dulce, pepino crujiente y feta salada.
Se prepara en un instante, es bonita de servir e increíblemente refrescante, perfecta para esos días en los que el calor quita el apetito, pero apetece algo diferente a la clásica ensalada verde.
Es mi opción favorita para un almuerzo ligero, una cena en la terraza o un acompañamiento que sorprende a los invitados. Además, gracias al alto contenido de agua de la sandía y el pepino, hidrata y refresca sin renunciar al sabor. El queso feta aporta proteínas y un toque salado, mientras que la menta —si te gusta— añade un aroma fresco que lo eleva todo. Es un plato para ver, saborear y repetir cada vez que el verano entra en la cocina.
Una mezcla de ingredientes que sorprende y conquista: se prepara en 5 minutos, sin cocción, y es perfecta para llevar al trabajo en un táper hermético.
Para 2 porciones:
2 rodajas gruesas de sandía (unos 300 g), sin semillas
1 pepino grande
80 g de queso feta
Zumo de medio limón o lima
Unas hojitas de menta fresca (opcional)
1 cucharadita de aceite de oliva virgen extra
Pimienta negra al gusto
Corta la sandía en cubos regulares y colócala en un bol grande.
Lamina el pepino en rodajas finas o medias lunas, como prefieras.
Desmenuza el feta con las manos o córtalo en cubos y agrégalo a la mezcla.
Aliña con el aceite, el zumo de lima, la pimienta y —si lo deseas— un poco de menta troceada.
Mezcla con suavidad y sirve al momento, o guarda en la nevera hasta que llegue la hora de comerla.
Puedes enriquecer la ensalada con aceitunas negras, cebolla roja en rodajas finas o un puñado de rúcula para un toque más amargo. Si te gustan las especias, añade una pizca de chile o sumac para un aire más oriental. También queda genial con feta light o vegano si sigues una dieta más estricta.
Evita prepararla con demasiada antelación: la sandía suelta mucha agua y puede hacer que la ensalada quede aguada y pierda sabor. Si la vas a llevar fuera de casa, lo mejor es mantener la sandía en un recipiente aparte y mezclarla justo antes de comer.
No pongas demasiada feta: tiene un sabor intenso y muy salado, con poco es suficiente para marcar la diferencia. Y sobre todo, no te saltes el zumo de limón o lima: equilibra la dulzura de la sandía y une todos los sabores con frescura.
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