El hambre nerviosa es una problemática muy extendida, de la que a menudo se ignoran las señales de alarma o, peor aún, cuesta reconocerla.
Comer lo justo y de forma equilibrada es siempre el primer consejo de los expertos en nutrición, pero no siempre es fácil conseguir una alimentación perfecta para nuestro organismo.
El Grupo San Donato ha publicado los consejos de la Dra. Marta Colombo, psicóloga del Policlínico San Marco y del Centro de Cirugía de la Obesidad de la misma estructura, sobre el tema del hambre nerviosa y cómo se desencadena, pero sobre todo los consejos a seguir para controlarla.
La Dra. Colombo explica que «Se puede hablar de hambre emocional o nerviosa cuando la sensación de apetito es desencadenada por un estado emotivo como ira, aburrimiento, estrés, soledad, tensión, fatiga, ansiedad o depresión». En esencia, el hambre nerviosa no depende del deseo de nutrirse, como en el caso del hambre corporal o física. La psicóloga explica que «Hay una serie de características que pueden ayudarnos a reconocer si lo que estamos experimentando es hambre física o emocional». Aquí están las diferencias fundamentales entre ambas:
Hambre Física:
Llega gradualmente y puede posponerse.
Se satisface con cualquier alimento.
Hambre Nerviosa (o Emocional):
Es repentina y urgente.
Es insistente y muy específica (ej. pizza, helado, etc.).
Para evitar caer en la espiral del hambre emocional, la doctora comparte 7 consejos:
La doctora recuerda finalmente la importancia de acudir a un especialista: «Un recorrido psicoterapéutico y educativo – concluye la doctora – puede ayudar a descubrir si se tiene una relación conflictiva con la comida y cómo gestionarla».
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