Octubre es el mes perfecto para hacer un reset dulce pero poderoso. Los días se acortan, cambia la luz, cambia el cuerpo: aumenta el deseo de comfort food, pero también la necesidad de recuperar el equilibrio después de los excesos del verano. Es precisamente en este momento cuando eliminar los azúcares añadidos puede marcar la diferencia, tanto a nivel físico como mental.
Atención: no se trata de quitar toda la dulzura de la vida. Se trata de esos azúcares escondidos en los productos envasados, en las salsas, en los cereales de desayuno, incluso en el yogur “light”. Azúcares que no vemos, pero que alteran nuestras señales de hambre y saciedad, desestabilizan la glucemia y aumentan la necesidad de seguir comiendo. ¿Quieres empezar una dieta sin azúcares añadidos pero sin estrés? Octubre es el mes perfecto: descubre cómo hacerlo de manera gradual, eficaz y sin renuncias.
Quitar los azúcares añadidos durante algunas semanas — incluso de manera parcial — puede aportar beneficios inmediatos: menos hinchazón, mejor estado de ánimo, menos ataques de hambre, más energía. Y no hace falta hacerlo todo de golpe ni de forma extrema: basta con empezar con consciencia.
Por dónde empezar para decir adiós a los azúcares añadidos (sin odiarlo)
El primer paso es leer bien las etiquetas. Te sorprenderá descubrir que los azúcares añadidos se esconden en alimentos que parecen “sanos”: galletas saladas, pan, salsas preparadas, hamburguesas vegetales, bebidas vegetales. Revisar y elegir alternativas sin azúcares ni edulcorantes es ya un gran avance.
Luego está el desayuno. Es aquí donde a menudo se concentra la mayor cantidad de azúcar, sobre todo en forma líquida (café azucarado, zumos, capuchinos, galletas). Una buena idea es pasarse a un desayuno salado o neutro, como pan integral con aguacate, huevo, hummus, o yogur natural con fruta cocida y canela.
También hay que revisar los tentempiés: mejor un puñado de frutos secos, una pera, unas castañas o dos onzas de chocolate negro al 90 %. El objetivo no es la privación, sino reeducar al paladar a sabores más auténticos.
¿Qué pasa después de unos días? El paladar cambia. La fruta empieza a parecer dulcísima, el cuerpo se regula mejor y, a menudo, se nota una reducción de la hinchazón y del hambre nerviosa, sobre todo por la noche.
Además, un estudio publicado en JAMA Internal Medicine demostró que reducir los azúcares añadidos puede mejorar el perfil lipídico, la presión arterial y la inflamación sistémica, incluso en personas sanas. Esto confirma que no hace falta tener problemas de salud para beneficiarse de una dieta más limpia.
Elegir octubre para empezar es estratégico: se cocina más, se sale menos y el cuerpo necesita platos calientes y nutritivos. Una sopa de lentejas con col rizada, una manzana al horno con avellanas, una crema de calabaza y garbanzos… son opciones perfectas, satisfactorias y sin azúcares añadidos.
¿Y lo mejor? No es una dieta que termina. Es un hábito que puedes mantener también en los meses siguientes, sin renuncias, pero con mucha más consciencia.