A medio camino entre una tortilla al horno y una tarta salada sin masa, este pastelito se ha convertido en uno de mis platos ligeros favoritos, sobre todo cuando quiero una cena proteica pero no tengo ganas de carne o pescado.
La base de claras de huevo y requesón crea una textura muy suave, casi como un suflé, mientras que los calabacines aportan frescura y volumen sin sumar demasiadas calorías. Se prepara en 5 minutos, se cocina al horno y se conserva perfectamente incluso para el día siguiente. Es ideal para quienes están a dieta, buscan una comida post-entrenamiento rica en proteínas o simplemente quieren algo diferente a la clásica tortilla, pero igualmente ligero, saciante y delicioso.
Puedes disfrutarlo caliente recién salido del horno, pero también está buenísimo a temperatura ambiente o frío. Es tan versátil que puedes añadirle especias, cambiar las verduras o cortarlo en cuadraditos para llevarlo al trabajo. Con pocas calorías, mucho sabor y cero remordimientos, es una receta ingeniosa que conviene tener siempre a mano.
Para 1 porción abundante o 2 ligeras:
3 claras de huevo
100 g de requesón light
1 calabacín mediano
1 cucharada de parmesano rallado (opcional)
Sal y pimienta al gusto
Nuez moscada o cúrcuma (opcional)
Un chorrito de aceite para engrasar el molde
Precalienta el horno a 180 °C.
Lava y ralla el calabacín con un rallador de agujeros grandes. Escúrrelo bien para eliminar el exceso de agua.
En un bol, mezcla las claras, el requesón, el calabacín, la sal, la pimienta y las especias que prefieras. Añade también el parmesano si quieres un sabor más intenso.
Vierte la mezcla en una fuente pequeña para horno o en un molde de plumcake ligeramente engrasado.
Hornea durante unos 25 minutos, o hasta que el pastelito esté inflado y dorado por encima. Deja templar antes de cortar.
Puedes enriquecer el pastelito con zanahoria rallada, cebolla morada o hierbas como perejil y albahaca. Para un sabor más intenso, añade una cucharada de queso feta desmenuzado o una pizca de curry suave.
Se conserva en la nevera durante 2-3 días y también se puede congelar en porciones. Perfecto para llevar al trabajo con una ensalada sencilla o unos tomates.
No olvides escurrir bien el calabacín: si deja demasiada agua, el pastelito quedará demasiado húmedo y poco compacto. Usa claras frescas (o las pasteurizadas en brick), pero evita montarlas a punto de nieve: no es necesario. No lo cocines demasiado tiempo o se secará: revisa a partir de los 20 minutos.
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