Toda la delicia de la parmigiana, pero sin frituras, sin remordimientos y con ingredientes más ligeros: así se convierte en un plato saludable, sabroso y apto incluso en régimen.
La parmigiana de berenjenas es uno de los grandes clásicos italianos, amada por su cremosidad, su aroma y esa combinación perfecta de berenjenas, tomate y queso fundido. Pero también es uno de esos platos que muchas veces se evitan cuando se quiere comer más ligero, debido a la fritura y a la cantidad de grasas. Y es una pena, porque con algunos trucos inteligentes, la parmigiana puede transformarse en una receta más saludable y apta para la dieta sin perder nada de sabor. Es más: muchas veces resulta más digerible, más ligera y más auténtica, porque resalta mejor los ingredientes. En esta versión ligera las berenjenas se cocinan a la plancha, la mozzarella se escurre bien o se sustituye por un queso más ligero, y todo se hornea con muy poco aceite. El resultado es una parmigiana que puedes comer incluso en la cena, sin sentirte pesado y sin renunciar al placer.
La idea es simple: conservar el alma de la parmigiana – la dulzura de las berenjenas, el sabor del queso, el aroma del albahaca – eliminando solo los excesos. Las berenjenas, en lugar de fritas, se cocinan a la plancha o al horno; la salsa de tomate se hace en casa, ligera y bien reducida; y la mozzarella puede sustituirse por una versión baja en grasa, bien escurrida, o por requesón magro. Así se mantiene el efecto cremoso y fundente, pero se aligera todo el plato. Es una opción excelente también para preparar con antelación, perfecta para recalentar, deliciosa tanto caliente como templada. Un capricho sin culpa.
(para 2 raciones abundantes)
2 berenjenas medianas
300 g de puré de tomate
100 g de mozzarella light (bien escurrida) o requesón magro
2 cucharadas de parmesano rallado
1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
Albahaca fresca al gusto
Sal y pimienta al gusto
1 diente de ajo (opcional)
Lava las berenjenas y córtalas en rodajas finas (unos 5 mm). Cocínalas en una plancha caliente o en el horno a 200°C durante 15 minutos, dándoles la vuelta a mitad de cocción.
En un cazo, prepara una salsa ligera con el puré de tomate, el aceite, el ajo (si lo usas), sal, pimienta y unas hojas de albahaca. Cocina durante 10-15 minutos hasta que reduzca.
En una fuente pequeña para horno, haz una capa de salsa, luego una de berenjenas, una de mozzarella y espolvorea con parmesano. Repite hasta acabar los ingredientes, terminando con tomate y parmesano.
Hornea en horno estático a 180°C durante unos 25-30 minutos, hasta que la superficie esté dorada y el queso fundido.
Deja templar unos minutos antes de servir: quedará más compacta y aún más sabrosa.
Puedes añadir un huevo batido a la salsa para que quede más compacta, o sustituir la mozzarella por ricotta baja en grasa para una versión más cremosa. Si quieres más proteínas, puedes añadir una capa de claras cocidas o fiambre de pavo entre las berenjenas. Y si prefieres una versión vegana, sustituye el queso por una crema de tofu o una bechamel vegetal casera.
No uses la mozzarella recién sacada del envase: escúrrela y sécala con papel de cocina, de lo contrario soltará agua y dejará el plato aguado. No saltes el paso de cocción de la salsa: el puré debe reducirse para evitar exceso de humedad. Y no sobrecargues las capas: una parmigiana ligera debe mantenerse delgada y armoniosa, no pesada.
Unas 280-300 kcal, con poca grasa, buena cantidad de proteínas y fibra de las berenjenas.
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