El calor del verano, como reconocen los expertos, provoca muchas molestias, y en particular puede ser una auténtica pesadilla para quienes padecen el síndrome del intestino irritable (SII).
De hecho, el aumento de las temperaturas puede alterar aún más el equilibrio de la flora bacteriana intestinal, empeorando síntomas como hinchazón, dolor abdominal, diarrea o estreñimiento.
Si bien no existe una dieta universal para el SII, se sabe que ciertos alimentos desencadenan o empeoran los síntomas, especialmente durante los meses más cálidos. Estos son los más importantes, según los expertos.
Productos lácteos y lactosa: La lactosa, el azúcar presente en la leche y sus derivados, suele ser difícil de digerir para quienes padecen disbiosis intestinal. Su presencia en el intestino favorece la fermentación bacteriana, lo que produce gases y causa hinchazón y dolor. Es recomendable limitar el consumo de leche, quesos frescos (ricota, mozzarella, crescenza) y helados. Los productos sin lactosa son una excelente alternativa. Los quesos curados, como el parmesano o el grana padano, suelen tolerarse bien gracias a su casi ausencia total de lactosa. El yogur, aunque contiene menos lactosa, es un alimento fermentable y puede no ser recomendable.
Edulcorantes artificiales y fructosa: Los polioles (sorbitol, xilitol) y la fructosa, presentes en edulcorantes artificiales, mermeladas, zumos de frutas y miel, arrastran agua al intestino por ósmosis, irritando la mucosa del colon y aumentando el riesgo de diarrea.
Las frutas con alto contenido en fructosa (cerezas, mangos, melocotones, peras, ciruelas) y algunas verduras ricas en fructanos (alcachofas, espárragos, lentejas, puerros, col, cebollas) también pueden causar problemas. Es mejor optar por calabacines, rábanos, brócoli, hinojo, lechuga, kiwi y frutos rojos.
Legumbres y fibra: Si bien la fibra es importante, un exceso de celulosa (presente en alimentos vegetales) puede agravar la inflamación intestinal. Las legumbres, en general, tienden a fermentar; los garbanzos y las lentejas enlatados pueden ser una mejor opción. Es fundamental ajustar la ingesta de fibra según las necesidades, aumentándola si se sufre de estreñimiento.
Bebidas carbonatadas y alimentos procesados: Las bebidas carbonatadas dilatan el estómago y los intestinos, empeorando la hinchazón y el dolor abdominal. Este efecto se intensifica si la bebida está fría, como suele ocurrir en verano. También deben evitarse los cubitos de caldo, las especias concentradas, los aromas y, sobre todo, los platos preparados. Ricos en sal, azúcares ocultos, grasas y conservantes, ralentizan la digestión y aumentan la sensación de hinchazón. Elija platos sencillos, menos elaborados y recién preparados.
Para controlar mejor el síndrome del intestino irritable, especialmente en climas cálidos, es útil llevar un diario de alimentos para identificar los alimentos desencadenantes. Comer despacio y masticar con cuidado (alimentación consciente) reduce el tiempo de digestión y el riesgo de fermentación.
Una ayuda preciosa pueden venir de los probióticos, que reequilibran la flora bacteriana intestinal, contrarrestando las bacterias responsables de la fermentación; los suplementos con probióticos y extractos de plantas como el jengibre y la alcachofa pueden ayudar a la digestión y aliviar los síntomas.
Es importante no olvidar favorecer los alimentos ricos en ácidos grasos Omega-3, como el pescado azul y las semillas de hortalizas, por su acción antiinflamatoria.
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