En otoño muchos intentan volver a estar en forma tras los excesos del verano. Pero hay alimentos que, si se consumen a menudo, echan por tierra los buenos propósitos. Esto es lo que debes evitar para no frenar el metabolismo.
Cuando llega septiembre, con los días más cortos y las ganas de “empezar de nuevo”, muchos se lanzan a dietas improvisadas o rutinas más saludables. Pero sin saberlo, siguen consumiendo alimentos que parecen ligeros e inofensivos, aunque en realidad ralentizan el metabolismo y dificultan perder peso y sentirse en forma. El cuerpo en otoño cambia de ritmo: tiende a retener más, quema menos y busca confort. Y precisamente en este periodo, algunas elecciones equivocadas pueden desajustar todo el sistema. El problema no son las calorías en sí, sino cómo responde el organismo a ciertos ingredientes.
Lo curioso es que muchos de estos productos tienen fama de “sanos” o “light”. Los encontramos en supermercados, anuncios o incluso en consejos rápidos de dieta. Se presentan como opciones prácticas, rápidas o reconfortantes, pero en realidad esconden trampas que confunden al organismo. Y cuando el cuerpo no responde como debería, los buenos propósitos de septiembre se convierten en frustración: el peso no baja, la energía falta y el apetito aumenta.
El primero de la lista es el yogur de frutas light, considerado a menudo el tentempié perfecto. Contiene azúcares añadidos o edulcorantes artificiales que confunden la saciedad y empujan a comer más de lo necesario. Otro alimento de riesgo es la calabaza, usada en exceso en mil versiones. Es sabrosa, sí, pero muy rica en azúcares simples: si se convierte en protagonista de cada plato, el metabolismo se ralentiza y el hambre regresa enseguida.
El pan envasado de larga duración, práctico y siempre disponible, suele estar lleno de grasas de baja calidad, harinas refinadas y aditivos. Esto dificulta la digestión y altera la respuesta glucémica, dos enemigos de un metabolismo activo.También las infusiones “adelgazantes” listas para usar pueden ser un engaño. Muchas contienen sustancias diuréticas o estimulantes que dan una sensación momentánea de ligereza, pero a largo plazo provocan deshidratación, cansancio y bloqueo metabólico.
Por último, está el azúcar de los comfort food otoñales, presente en galletas, bollería y dulces “de consuelo”. Te hacen sentir mejor durante media hora, pero luego baja la glucemia, aumenta el hambre y disminuyen las ganas de moverse. Es la forma más fácil de desajustar el metabolismo sin darse cuenta. Para apoyar de verdad el metabolismo en esta estación, hace falta equilibrio. Mejor platos completos con proteínas, fibra y grasas saludables. Conviene cocinar con ingredientes frescos, variar a menudo y escuchar lo que realmente necesita el cuerpo —no lo que parece cómodo o tranquilizador.
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