Un plato crujiente, proteico y lleno de color: perfecto para quien está a dieta pero quiere sorprender también a quienes no lo están.
Llevar a la mesa algo diferente, que sea apto para la dieta pero guste a toda la familia, siempre parece una tarea difícil. Pero no es así: esta pasta con edamame, rábanos y sésamo negro es una solución perfecta. Es un plato que combina frescura, ligereza y un aporte proteico notable, gracias al edamame, el frijol de soya verde riquísimo en beneficios. Los rábanos añaden crocancia y un toque picante, mientras que el sésamo negro aporta profundidad y un toque exótico. Es un primer plato que se prepara en poco tiempo, es bonito a la vista y, sobre todo, realmente gusta a todos: adultos, niños e incluso a quienes normalmente no les gusta experimentar.
La pasta con edamame, rábanos y sésamo negro nació como una alternativa rápida y saludable a los típicos platos proteicos para quienes siguen una dieta. Pero ha superado todas las expectativas. No solo es excelente para comer caliente o fría, sino que también funciona muy bien como fiambrera para llevar al trabajo o a la playa. La mezcla de texturas la hace satisfactoria: entre la pasta al dente, los rábanos crujientes y el edamame suave, cada bocado es interesante. Además, se presta a numerosas personalizaciones y puede convertirse en una excelente base para quienes quieren añadir sabor sin renunciar al bienestar.
para 2 personas
140 g de pasta integral o de legumbres
100 g de edamame pelado (también congelado)
5-6 rábanos
1 cucharada de sésamo negro
1 cucharadita de aceite de oliva virgen extra
Zumo de ½ limón
Sale q.b.
Sal al gusto
Lleva a ebullición una olla con agua salada y cocina la pasta según los tiempos indicados en el envase.
Mientras tanto, si usas edamame congelado, hiérvelo durante 3-4 minutos en agua hirviendo, luego escúrrelo y resérvalo.
Lava los rábanos y córtalos en rodajas finas.
En un bol grande, mezcla el edamame, los rábanos y el sésamo negro.
Cuando la pasta esté lista, escúrrela y pásala rápidamente por agua fría si deseas una versión fría, o déjala caliente.
Aliña todo con aceite, zumo de limón, sal y pimienta, mezcla bien y sirve.
Puedes usar cualquier tipo de pasta: la integral para un aporte de fibra, o la de legumbres para aumentar aún más las proteínas. Si no encuentras edamame, puedes sustituirlo por guisantes o judías verdes cortadas en trozos pequeños, aunque el sabor será menos característico. Para enriquecer el plato, puedes añadir dados de aguacate o copos de atún al natural. El sésamo negro se puede sustituir por semillas mixtas o nueces picadas para un toque más rústico.
No cocines demasiado el edamame: si se vuelve blando pierde consistencia y gran parte de su encanto. También cuidado con no exagerar con el limón: su sabor debe equilibrar, no cubrir los demás. Si preparas el plato con antelación, añade el aceite solo al final para evitar que la pasta se vuelva pegajosa. Y por último, no descuides el sésamo: al tostarlo ligeramente en la sartén, libera un aroma intenso que cambia por completo el plato.
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