Un segundo plato sano pero nada banal, perfecto para quienes buscan algo proteico, equilibrado y diferente de lo habitual.

Estas albóndigas nacen de la idea de combinar carne magra y legumbres en una receta que sacia sin pesar. Los garbanzos triturados en la mezcla hacen que las albóndigas queden tiernas por dentro y crujientes por fuera (basta con cocinarlas al horno o en sartén con poco aceite), además de aportar fibra y proteínas vegetales sin necesidad de huevo ni pan rallado.
Pero el verdadero toque especial es la crema de zanahoria al jengibre, que acompaña las albóndigas con una nota dulce, cítrica y ligeramente picante. Es una combinación que funciona a la perfección: por un lado la textura de las albóndigas, por otro la suavidad aterciopelada de la crema. Y todo ello sin lácteos, sin harinas refinadas y con una presentación que parece de bistrot, pero que se prepara en menos de 40 minutos.
Es una de esas recetas que te hacen sentir bien, te sacian y te hacen olvidar que estás comiendo sano.
Un segundo completo que une proteínas, fibra y sabor
Lo bueno de esta receta es que también puedes servirla a temperatura ambiente, o usarla como plato único con una rebanada de pan integral o una guarnición de temporada. Es perfecta para la cena pero también para llevar al trabajo, porque se conserva muy bien y recalentada está aún más rica.

Ingredientes
Para 2 personas (8-10 albóndigas)
Para las albóndigas:
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200 g de carne picada de pavo
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100 g de garbanzos cocidos
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1 diente de ajo pequeño
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1 cucharadita de mostaza suave
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Perejil fresco picado
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Sal, pimienta, pimentón dulce al gusto
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1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
Para la crema de zanahoria:
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3 zanahorias medianas
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1 cucharadita de jengibre fresco rallado
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Zumo de medio limón
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Sal y pimienta al gusto
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1 cucharadita de aceite de oliva virgen extra
Preparación
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Empieza con la crema: pela las zanahorias, córtalas en rodajas y cuécelas en agua hirviendo con sal hasta que estén tiernas. Escúrrelas y reserva un poco de agua de cocción.
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Tritura las zanahorias con el jengibre, el zumo de limón, el aceite de oliva y una pizca de sal y pimienta, añadiendo un poco de agua de cocción hasta lograr una textura lisa, aterciopelada y no demasiado densa.
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Para las albóndigas: tritura los garbanzos con el ajo hasta obtener una mezcla algo gruesa. Añade la carne de pavo picada, la mostaza, el perejil, las especias, y ajusta de sal y pimienta.
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Amasa bien y forma albóndigas pequeñas y compactas con las manos húmedas.
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Calienta una sartén antiadherente con un hilo de aceite y cocina las albóndigas a fuego medio, dándoles la vuelta a menudo, durante unos 10-12 minutos. Como alternativa, puedes hornearlas en horno estático a 180 °C durante 20 minutos (dándoles la vuelta a mitad de cocción).
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Sirve las albóndigas calientes o templadas, sobre la crema de zanahoria o con la crema aparte.
Consejos y variantes
Puedes sustituir el pavo por pollo o incluso por atún escurrido, para una versión aún más rápida. Los garbanzos pueden reemplazarse por lentejas rojas cocidas. Si quieres darles más sabor, añade un poco de ralladura de limón a la mezcla o una pizca de curry suave. La crema puede enriquecerse con cúrcuma, yogur griego o tahini para un sabor más oriental.
Atención a estos errores
No uses garbanzos demasiado aguados o recién escurridos de la lata: sécalos bien con papel de cocina. No te pases con el jengibre en la crema, o tapará todo el sabor. Si la mezcla de albóndigas te parece demasiado blanda, añade una cucharadita de harina de garbanzo o pan rallado integral, pero solo si es necesario. Y, por último, no las cocines a fuego demasiado alto: la carne de pavo es delicada y se seca con facilidad.
Calorías (estimadas por ración)
Unas 350-370 kcal, completas y equilibradas, con un excelente aporte proteico.





