No es una de las legumbres más comunes, y sin embargo merecería un lugar fijo en la dieta de quienes conviven con la glucemia alta. Los altramuces, conocidos por muchos solo como un aperitivo salado de bar, son en realidad una mina de nutrientes, con propiedades sorprendentes para el metabolismo y el control del azúcar en sangre.
En 100 gramos de producto seco contienen 39 gramos de proteínas, 46 gramos de carbohidratos, 15 gramos de fibra y apenas 4 gramos de grasa. Pero no se trata solo de cifras: los altramuces también son ricos en vitaminas A, B1, B6, B9, B12, C, D, y minerales como calcio, fósforo, magnesio, zinc y potasio. Un perfil nutricional que los convierte en un aliado ideal para quienes desean alimentarse de forma completa sin afectar negativamente la glucemia.
Su poder, sin embargo, no reside solo en su composición general, sino en una proteína muy específica, poco conocida pero objeto de creciente interés científico: la conglutina gamma. Esta proteína vegetal tiene una acción similar a la de la insulina, es decir, puede mejorar la absorción de glucosa y regular la glucemia en personas con diabetes tipo 2. En otras palabras, consumir altramuces con regularidad puede ayudar al organismo a responder mejor a la presencia de azúcar en sangre, con beneficios concretos y medibles a lo largo del tiempo.
Altramuces y glucemia: qué dice la ciencia
Un estudio publicado en la revista European Journal of Nutrition ha demostrado que la conglutina gamma contenida en los altramuces puede reducir la glucemia en ayunas y mejorar la sensibilidad a la insulina en personas con diabetes tipo 2. En algunos casos, también se observó una mejora en los valores de hemoglobina glucosilada tras algunas semanas. ¿La ventaja? Ningún efecto secundario, alta digestibilidad y facilidad de incorporación en la dieta diaria.
Además, su elevado contenido en fibra ayuda a ralentizar la absorción de carbohidratos y a mantener más estables los niveles de azúcar en sangre después de las comidas. Esto los convierte en un alimento ideal para calmar el hambre, completar una cena ligera o añadir a las ensaladas en lugar de las legumbres habituales.
Eso sí, atención a la forma en que se consumen: los altramuces conservados en salmuera pueden contener cantidades elevadas de sodio, por lo que es preferible enjuagarlos bien antes de comerlos o elegir altramuces secos para remojar y cocinar en casa. También existen harinas y bebidas a base de altramuz, útiles en la cocina como fuente alternativa de proteínas.
En un contexto en el que el control de la glucemia suele confiarse solo a fármacos y restricciones alimentarias, los altramuces representan una opción natural, accesible y poco explotada, capaz de marcar la diferencia día tras día. A veces basta con redescubrir lo que ya tenemos frente a los ojos.
