Correr, una acción motora aparentemente simple, se transforma en una aplicación compleja de la física cuando se convierte en un deporte competitivo.

Para correr de forma eficiente y correcta, un atleta debe explotar algunos principios que es importante conocer, también para lograr resultados visibles y duraderos en el rendimiento y en el físico.
Funcionamiento correcto: qué dice la física
La página «Física que nos gusta» del profesor más famoso de Italia, Vincenzo Schettini, se centró en el rendimiento de Giorgia, velocista olímpica, para comprender cómo la aceleración, la fricción, la energía y la dinámica influyen en cada fase de la carrera. Este es un estudio interesante, dado el creciente número de personas que disfrutan de correr maratones. Si quieres mejorar tu rendimiento, incorpora el running a tu rutina diaria y observa los resultados en tu cuerpo.

En el running, la ciencia es tu mejor aliada. Al inicio de una carrera, el objetivo principal del velocista es aumentar la velocidad lo más rápido posible. Este aumento, que los científicos llaman aceleración, depende de dos factores: la fuerza que los músculos del atleta pueden ejercer y su masa. La aceleración es máxima al inicio y disminuye a medida que se alcanza la velocidad máxima. Mantener esta velocidad requiere mucha energía, por lo que los corredores deben alcanzarla rápidamente para evitar el cansancio antes del final de la carrera.
Cada paso que das es una cuestión de fuerza. Cuando tu pie empuja contra el suelo, la fricción entre el zapato y el suelo te impulsa hacia adelante. Por eso, un buen agarre es esencial para evitar desperdiciar energía. Al mismo tiempo, cuando tu pie empuja contra el suelo, este responde empujando tu pie con la misma fuerza, pero en dirección opuesta. Este fenómeno se denomina fuerza de reacción.
Para gestionar mejor esta fuerza y evitar lesiones, es mejor colocar el pie sobre la planta del pie en lugar del talón. Así, el cuerpo absorbe mejor el impacto, se gasta menos energía y las articulaciones están mejor protegidas.
Además, para mantener el equilibrio al correr, necesitas usar los brazos. Con cada paso, tu cuerpo tiende a rotar, pero al mover los brazos de forma coordinada (con el brazo izquierdo moviéndose con la pierna derecha y viceversa), creas una fuerza contrarrotativa que te mantiene erguido y estable. Los movimientos adecuados de los brazos no solo te mantienen en equilibrio, sino que también te ayudan a impulsarte ligeramente hacia adelante, lo que hace que tu carrera sea más eficiente.