Ricotta rebozada: un aperitivo crujiente y cremoso para impresionar a tus invitados.

¿Nunca has probado la ricotta rebozada? Esta receta la prepara en solo unos minutos y queda deliciosa.

El primer mordisco es puro crujido, seguido de una nube tibia de **ricotta** que se derrite en la boca. En España, este queso se conoce como requesón, pero adoptaremos la perspectiva italiana para este plato: una **pastella ligera y chispeante**, perfecta para freír. Imagina un sábado por la noche, con amigos en casa, disfrutando de cervezas frías y de un plato que invita a olvidarse de los cubiertos y usar los dedos.

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Ricotta rebozada: un aperitivo crujiente y cremoso para impresionar a tus invitados – dieta.com

El secreto de este plato reside en su **contraste**: crujiente por fuera y **cremoso por dentro**. Para conseguirlo, es crucial que la ricotta esté perfectamente escurrida y la pastella bien fría. Aunque en Italia se prefiere la ricotta de búfala o de vaca, un buen requesón firme de tu mercado local funcionará maravillosamente. Si buscas un extra de sabor y textura, añadir un poco de mozzarella y parmesano hará que el plato sea aún más irresistible.

Cómo se hace, sin prisas

La preparación de este delicioso antipasto comienza con 400 g de ricotta o requesón firme, bien escurrido. A esto, añadimos 80 g de mozzarella cortada en dados muy pequeños y 40 g de parmesano rallado fino para enriquecer el sabor. Un huevo ayudará a ligar todos los ingredientes, mientras que la sal y la pimienta ajustarán el sazón a la perfección. La pastella, elemento clave de este plato, se prepara con 100 g de harina de trigo, 120 ml de agua con gas muy fría o cerveza rubia fría, y media cucharadita de levadura química. El aceite suave para freír, como el de girasol o un oliva suave, y algunos toques opcionales como ralladura de limón, perejil picado o una pizca de nuez moscada, completan la lista de ingredientes.

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Cómo se hace, sin prisas – dieta.com

El proceso comienza escurriendo la ricotta en un colador con un paño limpio durante 30 minutos. Luego, se mezcla con la mozzarella, el parmesano y el huevo, salpimentando al gusto. En caso de que la masa resulte muy húmeda, se puede añadir una cucharada de pan rallado o maicena. Se forman bolitas del tamaño de una nuez y se refrigeran durante 20 minutos. La pastella se prepara mezclando la harina, la levadura y una pizca de sal, incorporando poco a poco el agua con gas helada hasta obtener una consistencia fluida. Recuerda: **pastella fría, aceite caliente**. Finalmente, se fríen las bolitas a 170–175 ºC hasta dorar, y se sirven inmediatamente.

Para aquellos con una cocina de espacio reducido, colocar un tupper con hielo bajo el bol de la pastella puede marcar una gran diferencia, ayudando a que el rebozado se hinche más y absorba menos aceite. Y si no dispones de un termómetro de cocina, un palillo de madera te servirá para comprobar la temperatura del aceite.

Este plato es versátil y admite múltiples variantes: desde una versión campesina con perejil, cebollino y ralladura de limón, hasta una más golosa con dados de jamón cocido o mortadela. Para los amantes del picante, añadir copos de chile y pimienta negra es una excelente opción. Aquellos que siguen una dieta sin gluten pueden sustituir la harina de trigo por maicena o harina de arroz. Y si prefieres evitar freír, hornear las bolitas a 200 ºC durante 12–15 minutos con un spray de aceite es una alternativa saludable, aunque el resultado no será igual de crujiente.

Para acompañar, opta por salsas de texturas limpias como una rápida salsa de tomate con albahaca, miel y mostaza suave, o una mayonesa de limón. En Latinoamérica, una criolla finita con ají amarillo y lima complementará perfectamente el plato. Lo verdaderamente especial de este bocado es cómo logra detener la conversación por un instante, uniendo a todos en la mesa en una experiencia compartida.

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