Struffoli de Sal De Riso: la receta firma del famoso pastelero de la Costa Amalfitana

Struffoli de Sal De Riso: bolitas crujientes, miel perfumada y cítricos de la Costa Amalfitana. Historia, claves de técnica y consejos prácticos para bordarlos en casa.

Una cacerola con miel tibia, el aroma a limón recién rallado y un plato que se arma como un pequeño coro de colores. En Nápoles, la Navidad sabe a struffoli; en la Costa Amalfitana, a struffoli con acento cítrico. Y ahí aparece Sal De Riso, maestro pastelero de Minori, que ha convertido este clásico en una firma reconocible sin traicionar su esencia.

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Struffoli de Sal De Riso: la receta firma del famoso pastelero de la Costa Amalfitana – dieta.com

Los struffoli son bolitas de masa frita, bañadas en miel y coronadas con fruta confitada y perlas de azúcar. Son un icono navideño en Campania y se comparten en montones o en forma de corona. Sal De Riso, conocido por su delizia al limone y su defensa del limón de la Costa d’Amalfi, interpreta la receta con una idea simple: respetar la técnica y potenciar el perfume de los cítricos. En su universo, la ralladura de limón y naranja no es decoración: es carácter.

La receta, llevada a la mesa doméstica

La masa es directa: harina, huevos, un poco de azúcar, mantequilla o manteca, ralladura de cítricos y una pizca de sal. Se amasa lo justo, se deja reposar y se forman cilindros finos que se cortan en bolitas del tamaño de una avellana. La fritura, en aceite suave y limpio (girasol o cacahuete), a unos 170 °C: dorado vivo, sin quemar. Se escurren bien.

Mientras, se calienta miel en una cazuela con un soplo de ralladura de limón o naranja y, si se desea, un toque de vainilla. Se incorporan los struffoli, se mezcla con mimo y se montan en fuente, en corona o en montaña. Se termina con fruta confitada —calabaza, naranja— y perlas de azúcar. El brillo no es un truco: es la miel templada, no hirviendo, abrazando la fritura crujiente.

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La receta, llevada a la mesa doméstica – dieta.com

En casa, ese gesto de mezclar con cuchara de madera y no romper nada tiene algo de rito. En Madrid, en Ciudad de México o en Montevideo, esa mezcla de crujir y miel nos recuerda a la sobremesa de invierno, a los buñuelos pero con un acento italiano inconfundible.

Masa fría, fritura corta: bolitas pequeñas y reposadas para que se doren sin resecarse por dentro.
Aceite limpio y constante: si baja la temperatura, absorben grasa; si sube, amargan.
Miel ligera: acacia o azahar funcionan bien; si es muy densa, aflójala con una cucharada de agua caliente.
Perfume cítrico, no perfume en la cara: ralladura fina al final para que se note sin imponerse.
Descanso final: una hora permite que la miel se asiente y evita que todo se desmorone al servir.

De Riso lo diría sin grandes discursos: la técnica sostiene, el aroma cuenta la historia. Un dulce puede ser paisaje. En cada bocado, un balcón de la Amalfi asomado al invierno, aunque fuera llueva en Lavapiés o suene la radio en la cocina de tu abuela.

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