A todos nos pasa, en ciertos momentos del día, que buscamos un tentempié rápido: una galleta a media tarde, una rebanada de pan mientras cocinamos, un cracker durante una pausa.

Gestos simples e instintivos, que sin embargo pueden tener un impacto mayor del que imaginamos en nuestro equilibrio metabólico. Porque aunque estos alimentos parezcan inofensivos, pueden provocar un aumento rápido de la glucemia, seguido a menudo de una caída de energía y una nueva sensación de hambre.
¿La buena noticia? No es necesario renunciar a estos pequeños placeres. Basta con aprender a “vestir los carbohidratos”, es decir, no comerlos nunca solos. Añadiendo fibra, proteínas o grasas saludables, podemos transformar un tentempié potencialmente desequilibrado en una pequeña comida completa, capaz de nutrir, saciar y no sobrecargar nuestro cuerpo.
Por qué los carbohidratos no deben ir “desnudos”
Cuando comemos un alimento rico en carbohidratos simples por sí solo, como una rebanada de pan blanco, una galleta o un cracker, nuestro cuerpo reacciona con un pico glucémico inmediato. Esto significa que el azúcar en sangre sube muy rápido, obligando al páncreas a liberar una gran cantidad de insulina. ¿El resultado? Después de un breve momento de energía, llega una bajada brusca que nos hace sentir cansados, irritables y otra vez hambrientos.
Según estudios de la Harvard School of Public Health, combinar carbohidratos con proteínas y grasas saludables es una de las mejores estrategias para mantener estable la glucemia y prevenir la resistencia a la insulina. Y de ahí nace la idea de “vestir” los carbohidratos: una metáfora sencilla para recordar que ningún carbohidrato debe ir solo en el plato, sino acompañado de algo que ralentice su absorción y mejore la respuesta metabólica.

Cómo vestir bien tus tentempiés: 5 ejemplos prácticos
Tomemos un tentempié clásico: una rebanada de pan. Si la comes sola, tendrás hambre al cabo de media hora. Pero si la acompañas con una cucharada de hummus y algunas semillas de sésamo tostado, estarás añadiendo fibra y grasas saludables que mejoran la respuesta glucémica y te sacian por más tiempo.
Otro ejemplo: esa galleta que te concedes por la tarde puede volverse más equilibrada si le untas un poco de ricotta y le espolvoreas canela. Añades proteínas y una especia conocida por regular la glucemia. Lo mismo con un par de crackers de centeno con aguacate maduro y unas gotas de limón: las grasas insaturadas del aguacate ralentizan la digestión de los carbohidratos.
Incluso una simple rebanada de pan integral puede convertirse en un tentempié más completo con unas rodajas de huevo duro, o, si prefieres algo dulce, con fruta fresca y una cucharada de yogur griego natural. Estas combinaciones no solo ayudan a controlar el azúcar en sangre, sino que hacen el tentempié mucho más satisfactorio.
Comer bien no significa solo evitar el azúcar o reducir los carbohidratos. Significa sobre todo saber combinarlos con inteligencia. Y “vestirlos” bien es uno de los gestos más simples pero poderosos que podemos introducir en nuestra rutina diaria. Porque no se trata de comer menos: se trata de comer mejor, incluso cuando solo se trata de un tentempié.