La lavanda es una planta amada por su aroma inconfundible, sus vibrantes flores de color púrpura y sus extensiones de campos súper fotografiables para Instagram.

Originaria de la región mediterránea, la lavanda es resistente a la sequía y prefiere pleno sol y suelos bien drenados. Además de su belleza, esta planta es apreciada por sus propiedades relajantes y se utiliza ampliamente en aromaterapia. Pero eso no es todo: la lavanda se puede utilizar para elaborar una amplia variedad de productos de belleza y bienestar.
Planta de lavanda, así durará mucho tiempo.
El verano nos trae imágenes icónicas, como las de los coloridos y fragantes campos de lavanda. Los campos de lavanda son cada vez más populares, y son lugares donde la gente va no solo a cosechar y comprar productos de lavanda, sino también a disfrutar de actividades y reuniones para relajarse y disfrutar de los beneficios de esta planta. Pero ¿cómo puedes prolongar la vida útil de una planta de lavanda en casa?
La lavanda es una planta resistente y aromática que, además, resulta estéticamente agradable para muchos, pero puede secarse si no se satisfacen sus necesidades específicas. A menudo, la causa principal es el exceso de riego; al ser una planta mediterránea, la lavanda tolera mejor la sequía que la humedad, que puede causar pudrición de las raíces. Para evitarlo, es esencial un suelo bien drenado, preferiblemente mezclado con arena o grava, y un riego moderado.
La ubicación también es crucial: la lavanda necesita al menos seis horas de luz solar directa al día para un crecimiento saludable y una floración abundante, mientras que la sombra reduce su capacidad de fotosíntesis. indebolendola.

Otro aspecto crucial que muchos pasan por alto es la poda. Para estimular un crecimiento vigoroso y mantener la forma de la planta, la lavanda debe podarse anualmente, preferiblemente en primavera, para eliminar las partes secas o dañadas y prevenir enfermedades fúngicas al mejorar la ventilación.
La lavanda no requiere muchos nutrientes, así que tenga cuidado de no fertilizarla en exceso, ya que puede dañarla y provocar el crecimiento de las hojas en detrimento de las flores. Un fertilizante equilibrado una vez al año, a principios de la primavera, es suficiente.
Tenga cuidado con las condiciones climáticas extremas: en invierno, un poco de mantillo puede proteger las raíces del frío, mientras que en verano, un riego ligero previene la deshidratación sin excederse. Saber reconocer las señales de estrés, como el amarilleo o la sequedad de las hojas, le ayudará a actuar con rapidez para mantener su lavanda sana y próspera.