Siempre se ha dicho que la lectura es muy beneficiosa. Este es su impacto sobre nuestra salud mental
La lectura es una de las aficiones más habituales para disfrutar del tiempo libre. O, mejor dicho, lo fue. Los viejos ratones de biblioteca se han visto obligados a observar con tristeza cómo las series, los reels y, en general, los estímulos rápidos han ido desplazando a los libros a un discreto segundo o incluso tercer o cuarto plano.
Y es que no es nada nuevo que la sociedad de hoy requiere de estímulos rápidos en su día a día. Y un libro no se ajusta en absoluto a esta nueva realidad. Al contrario, el principal atractivo de una lectura es que se macera a fuego lento, se digiere, se procesa despacio, se disfruta con pequeñas cucharadas o cualquier otro eufemismo que los lectores deseen asignarle.
Es precisamente por eso, por su condición de juguete que se ha de disfrutar despacio, por lo que sus beneficios son a largo plazo. Entre ellos el primero que puede apreciarse es la mejora en nuestra capacidad de concentración, que aumenta varios niveles con respecto a la mantenida durante el visionado de una película.
Un libro no cuenta con estímulos visuales o auditivos, por lo que nuestra capacidad para sumergirnos en la historia depende directamente de nuestra imaginación. Es por eso que leer nos hace irremediablemente más creativos y no solo en el plano artístico. Si logramos convertir la rutina de leer en un hábito indisociable de nuestro día a día nos sorprenderemos a nosotros mismos siendo más pragmáticos, manteniendo la cabeza más fría en situaciones en las que antes pecábamos de impulsivos. Esto se debe a que un personaje bien dibujado en un libro puede resultar creíble para el lector y ejercer como modelo.
La comunicación también mejora
En efecto, una buena lectura también mejora nuestra capacidad de comunicación con los demás. Leer enriquece nuestro vocabulario y gracias a la lectura somos capaces de asimilar determinados términos por la repetición. Cuantos más libros leamos, con más facilidad comprobaremos que hay muchas estructuras gramaticales que se repiten, muchas palabras que se emplean para describir situaciones parecidas. Y las incorporaremos tanto al lenguaje oral como al escrito.
Por ello, lo mejor es fijar una hora o un par de horas al día para dedicarlas a la lectura. Es muy recomendable que sea antes de conciliar el sueño, puesto que se ha demostrado que hacerlo nos hace dormir mejor y más profundamente, pero también podemos optar por leer en el transporte público de camino al trabajo o levantarnos un rato antes y disfrutar de una buena novela mientras desayunamos.
