La voz es una de las herramientas más útiles que tenemos en nuestro día a día. Te explicamos por qué deberías cuidarla como se merece
Los últimos meses de invierno, como ya hemos dicho en muchos otros artículos, pueden ser letales para nuestra salud. Al fin y al cabo, son estos los meses en los que los rayos del sol comienzan a desgranarse en el horizonte y a arroparnos con sus destellos dorados, dando paso de forma inevitable a la llegada del calor y del buen tiempo. Sin embargo, esta percepción o circunstancia puede ser una mera ilusión. Aunque observemos un cielo azul desprovisto de nubes, unos pájaros trinando al viento y un astro rey reluciente, las bajas temperaturas continúan ahí, ocultas como depredadores en la sombra.
El frío aguarda el momento preciso para abalanzarse sobre nosotros que, confiados, hemos abandonado nuestra casa con una chaqueta fina como única prenda de abrigo, sin haber comprobado de antemano la temperatura del exterior. En esta coyuntura, una de las partes que más expuesta esta a los embates de las ráfagas del viento es la cabeza. Y, en ella la garganta. Y, alojada en un rincón profundo de esta, la voz, ese instrumento que empleamos todos los días.
Pescar un resfriado ya de por sí es perjudicial para la salud, pues los mocos acumulados en el pecho, la garganta o la nariz pueden infectarse y derivar en alguna afección respiratoria, pero al margen del peor de los escenarios, estos también tienen un efecto directo en la voz, que adquirirá una u otra resonancia en función del lugar en el que se encuentren acumulados. Por ejemplo, una congestión nasal hará que nuestras consonantes nasales -la m y la n- suenen muy forzadas, mientras que una congestión pectoral puede impedirnos subir el volumen en determinadas circunstancias.
El cuidado
Por ello y especialmente si el afectado se dedica al mundo del arte dramático o al de la comunicación, es necesario cuidar la voz mientras está resfriado. Lo más básico es evitar el tabaco, el alcohol y otras sustancias irritantes que consumimos en nuestro día a día, como el café o el vinagre.
Finalmente, también se pueden realizar gárgaras con agua tibia tres veces al día, tomar una cucharada de miel y evitar toser en la medida en que la irritación de la garganta lo permita. De esta manera nos recuperaremos totalmente mucho antes de lo que creemos.