La sociedad de hoy tiene un concepto erróneo de lo que implica la felicidad. Te contamos cuál es y por qué deberías tenerlo presente
La felicidad es probablemente el sentimiento más subjetivo de cuantos existen. Unos dicen que está en el viaje, en el proceso. Otros sostienen que se encuentra en el destino de ese viaje, en la isla que alberga el tesoro. Y otros, más materialistas, esgrimirán que lo que realmente dispara la serotonina es ese tesoro, cuando las bisagras del cofre ceden para revelar un interior reluciente y colmado de riquezas.
Sea cual sea tu perspectiva, desde dieta.com te instamos a que no la confundas con el placer. El hedonismo está bien como doctrina teórica, pero su aplicación práctica no debe convertirse en un estilo de vida. Principalmente, porque la búsqueda incesante del placer tan solo conduce al llamado placer frustrado, esa insoportable sensación de que tenemos aquello que deseamos pero no en la cantidad que deseamos.
Este sentimiento se incrementa más que nunca en la sociedad actual, en la llamada cultura de la inmediatez, donde los estímulos rápidos están a la orden del día y recibir en casa una pizza carbonizada siempre será mejor que recibirla unos minutos más tarde de la cuenta. El viejo mantra de disfrutar el momento presente pierde aquí todo su valor, pues los acontecimientos son tan fugaces que no podemos tomarnos el tiempo suficiente para disfrutar de su llegada.
A esto se le suma la irrupción de las redes sociales y el impacto que estas tienen en los jóvenes, que se comparan constantemente con aquellas personalidad que observan en la red. Evalúan su propio éxito e incluso su aspecto físico estableciendo comparaciones consigo mismos e idealizando a aquellas personas mejores que ellos, lo que lleva a la frustración y al pensamiento intrusivo de no ser suficiente.
La baja autoestima
Las comparaciones constantes son una bomba para la autoestima. Cuanto más nos comparemos, más frágiles y ridículos nos veremos a nosotros mismos, más objetivos inalcanzables nos fijaremos y más palabras de desprecio nos dedicaremos en la intimidad.
Por ello, es muy importante que nos pongamos metas realistas cuya consecución sea factible, al menos a largo plazo, o bien pequeños objetivos que podamos ir salvando poco a poco para poder aumentar nuestro sentimiento de progreso y avanzar hacia una autoestima más consolidada. De esta manera, seremos más felices sin necesidad de perseguir continuamente el placer.
